El viaje
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Los dos jóvenes luego de arrebatarle la cartera a la anciana descienden corriendo por la boca del subte, observan cuidadosamente al guardia y asegurándose de no ser vistos saltan los molinetes, corren escaleras abajo riendo victoriosos hasta llegar al andén y allí esperan. Estaban tan llenos de energía que no podían mantenerse quietos, como si sus pies no tocaran el suelo. Agitados, movían sus cabezas tratando de ver si alguien venía por ellos, mientras sus manos temblorosas y sudadas se repartían el poco dinero robado uno de los dos arrojaba la humilde cartera a un lado de las vías. Sienten una vibración intensa y un fuerte ruido, mientras ven la luz acercarse a toda velocidad uno de ellos dice aliviado: _ Ahí viene _ Segundos después el subte se detiene delante de ellos como invitándolos a entrar. Se apresuran a subir ubicándose en el último asiento del último vagón para no llamar la atención. Escuchan la chicharra que indica la partida, las puertas se cierran y la máquina avanza, entonces uno de los jóvenes alardea: _ ¡Uh! Como zafamos, lástima que es poca guita. _ A esto su compañero le contesta: _ No importa, ahora que bajamos hacemos otra y ya está. _ En ese momento llegan a una estación pero el subte pasa sin detenerse, ellos no parecen darse cuenta, luego se levantan y esperan junto a las puertas. Llegan a otra estación pero el subte tampoco se detiene, se inquietan, notan que no hay nadie en el vagón así que avanzan al siguiente, pero tampoco encuentran pasajeros, así corren a lo largo del subte vacío hasta llegar al vagón guía. La cabina de conductor está cerrada, golpean y gritan pero nadie responde, patean las puertas pero no se abren, las ventanillas parecen selladas. Se desesperan, están atrapados. Ven pasar las estaciones mientras gritan y hacen ademanes, pero la gente no los mira, no parecen notar la máquina que pasa sin detenerse. Cansado, uno de ellos se sienta y le dice al otro que continuaba pateando las puertas: _ En algún momento vamos a llegar a la terminal y va a tener que parar. _ El otro lo mira y con tono preocupado le pregunta: _ ¿y si no para? _ El miedo y los nervios por no entender lo que ocurría los lleva a discutir entre ellos: _ ¿Qué decís? _ ¡Acá no hay nadie! _ ¿Y quién maneja? _ Yo que sé _ ¿Y si choca? _ Se miraron fijamente un momento en absoluto silencio y luego corrieron despavoridos al último vagón, creyendo que ese sería el lugar más seguro si el choque daba a lugar. Se acomodaron a esperar el impacto, mientras el subte avanzaba, pero nada ocurría, se preguntaban: _ ¿Cuánto falta? _ No sé _ Pasaba el tiempo y la pregunta era la misma ¿cuánto falta? Entonces uno de ellos dijo: _ Algo está mal._ Y no volvieron a hablar, temían hacer la pregunta porque ya sabían que nunca llegarían, que no habrían ningún choque y que el subte no se detendría. La máquina aun avanza rugiendo incansable por los eternos y oscuros túneles. Los jóvenes solo poden ver de tanto en tanto algún rostro lejano en alguna estación sin nombre. Extraños que no los ven, estaciones que se vuelven cada vez más parecidas. Pero mientras las vías sigan extendiéndose delante de ellos solo les quedará esperar.
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